viernes, 28 de febrero de 2020

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Esa tarde de navidad en tu casa pensé seriamente en el suicidio. Sentia tanta angustia, tanto dolor adentro. Me sentia una carga para todos, que les estaba cagando la vida. Pero me pasó que estuviste vos ahí. Que me dejaste llorar en lo que era la habitación de la casa de tus papas, que bajaste y dijiste que me sentía mal, que me dolía la panza. Me agarraste de la mano no literalmente y me la sostuviste como si fisicamente estuviera en terapia intensiva. Esa noche fui a dormir a tu casa y tuve el ataque de panico más feo de toda mi vida. Me senté en el piso de tu placard, te acordás? Me mecía de adelante hacia atrás y vos te sentaste en la cama y otra vez me diste la mano no literalmente. Paseaba de una esquina a la otra de la habitación mientras vos ponías un video de un unboxing de un sable de luz en YouTube. Empezaba a hacerme efecto el alplax y me acosté. En todo ese sueño repentino, me acariciabas la oreja como diciendome "te voy a cuidar toda la vida, te lo juro". Me dormí.
Al otro día fui a la psicóloga, quien me recomendó ir al psiquiatra. Ya había tocado fondo (me paré en el borde del puente pensando si me tiraba o no) y ella se había dado cuenta. Todo era negro, gris, sin un solo matiz. Viernes y fui al psiquiatra por primera vez en mi vida (te paraste al lado mio en el puente haciendo equilibrio diciendo "mirá lo que puedo hacer, no me caigo"). Me dio Escitalopram y Clonazepam. (bajate por favor, tengo miedo de que te pase algo). Primer Clona. Te pregunté que se sentía tomarlo y me dijiste que nada. Lo tomé, dormí. Al otro día empecé a sentirme mejor y ya no me acuerdo ese fin de semana.
Dos meses con medicación, la mano cada vez mas agarrada. Nunca me soltaste. Viernes que empiezan mis vacaciones y puse una pelicula en Netflix que habla sobre una adolescente cuya hermana muere en un accidente y se empieza a sentir vacia y carente de sentido. Me identifico. Porque en diciembre me sentí vacía y carente de sentido. Irrealidad, despersonalizacion. Sentí que tal vez vivir era algo inutil. Mucho pero mucho dolor. Seguis sin soltarme la mano. Pero igual que en la pelicula, me enseñas que si, que me vas a empujar al mundo siempre que lo necesite pero que esto es mío y que me tengo que curar sola.
Siempre estás vos, Pablo. Siempre que el mundo se puso gris, tus pestañas largas, tus anteojos, tu nariz, tu sonrisa y tu barba le dieron un poco, aunque sea un minimo de color. Prometo no soltarte la mano en estas malas, ni apretarte demasiado tanto que no te deje volar. Para toda la vida agradecida. Lo unico que la depresion no pudo arrebatarme fue la sensación de sábado siempre que te veo.